Entre las diferentes formas de memoria
colectiva, una de las más persistentes es la memoria alimentaria, en parte por
su relación intrínseca con el ambiente y demás dimensiones de la cultura. Los
sabores, los olores, los colores, constituyen una ventana que se abre a
momentos, historias, significados, símbolos del pasado que se articulan con el
presente, y le confieren un nuevo valor y sentido.
En el Chaco, la
cosmovisión tradicional de la población indígena original qom, moqoit, wichi,
que relaciona íntima y espiritualmente naturaleza y cultura como nexo vital es
fuente de sabiduría, como asimismo la cosmovisión popular estrechamente
vinculada a la cosmovisión indígena. En parte de la población la alimentación y
otros aspectos de la vida cotidiana estaban, y siguen estando estrechamente
vinculados a los ciclos de la naturaleza. A tal cosmovisión se aproxima el
paradigma ambiental, que sostiene la defensa de la biodiversidad y diversidad
cultural.
A mediados de la
década de 1880, el interior del Chaco era la única zona del territorio
argentino que se encontraba ocupado por indígenas. Las corrientes inmigratorias,
potenciadas a partir de la sanción de la Ley Avellaneda, se articularon entre
otras actividades rurales y urbanas en un principio, a la explotación forestal,
a la producción azucarera y especialmente a la algodonera en las primeras
décadas del siglo. Inmigrantes de diverso origen se asentaron en el Chaco en un
escenario caracterizado por la desigualdad y la diversidad. Muchos de ellos, posiblemente
la mayoría, venían expulsados de otros países por procesos de diversa índole:
económicos, de conflictos étnicos, de discriminación, desconociendo en muchos
casos, ante promesas inciertas, las condiciones de su destino.
La explotación
extensiva del monte, la caña de azúcar, el algodón –sujeta desde un principio
al mercado externo, y dependiente de sus fluctuaciones- requirió un creciente
número de trabajadores (hacheros, cosecheros) indígenas, inmigrantes, criollos,
que finalmente confluyeron desde diferentes lugares , aún de provincias vecinas
y de Paraguay.
En este escenario
diverso se produjo una confluencia de lenguas, conocimientos, creencias,
cosmovisiones, y también de saberes alimentarios y sabores. Ocurrió en un
período de la historia argentina en el que urgía la consolidación de la nación
en un escenario montado por el pensamiento liberal. La economía capitalista, la
explotación de la naturaleza, el pensamiento positivista racista, la
normalización de la educación en torno a la unificación de la lengua y la
cultura, afectó a la mayor parte de la población local e inmigrante, anulando
la diversidad, marginando las memorias, discriminando los saberes.
Consideramos
necesario contribuir a la valorización de tales memorias y saberes, muchos de
los cuales se mixturaron en el encuentro con otros y en otros ambientes
diferentes, a partir de este tema transversal y trascendente que es el
alimentario. Con este propósito es
nuestra intención –desde la Subsecretaría de Interculturalidad y
Plurilingüismo, dependiente del MECCyT- la investigación y publicación
periódica de los rituales alimentarios de los diferentes grupos locales e
inmigrantes que habitan el Chaco, como una puerta de entrada a otros
ingredientes visibles e invisibles, a momentos y elementos significativos de la
historia, de la cultura, como un camino más en el reencuentro con la memoria
colectiva.
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