jueves, 2 de agosto de 2012

Introducción


Entre las diferentes formas de memoria colectiva, una de las más persistentes es la memoria alimentaria, en parte por su relación intrínseca con el ambiente y demás dimensiones de la cultura. Los sabores, los olores, los colores, constituyen una ventana que se abre a momentos, historias, significados, símbolos del pasado que se articulan con el presente, y le confieren un nuevo valor y sentido.

   En el Chaco, la cosmovisión tradicional de la población indígena original qom, moqoit, wichi, que relaciona íntima y espiritualmente naturaleza y cultura como nexo vital es fuente de sabiduría, como asimismo la cosmovisión popular estrechamente vinculada a la cosmovisión indígena. En parte de la población la alimentación y otros aspectos de la vida cotidiana estaban, y siguen estando estrechamente vinculados a los ciclos de la naturaleza. A tal cosmovisión se aproxima el paradigma ambiental, que sostiene la defensa de la biodiversidad y diversidad cultural.

   A mediados de la década de 1880, el interior del Chaco era la única zona del territorio argentino que se encontraba ocupado por indígenas. Las corrientes inmigratorias, potenciadas a partir de la sanción de la Ley Avellaneda, se articularon entre otras actividades rurales y urbanas en un principio, a la explotación forestal, a la producción azucarera y especialmente a la algodonera en las primeras décadas del siglo. Inmigrantes de diverso origen se asentaron en el Chaco en un escenario caracterizado por la desigualdad y la diversidad. Muchos de ellos, posiblemente la mayoría, venían expulsados de otros países por procesos de diversa índole: económicos, de conflictos étnicos, de discriminación, desconociendo en muchos casos, ante promesas inciertas, las condiciones de su destino.

   La explotación extensiva del monte, la caña de azúcar, el algodón –sujeta desde un principio al mercado externo, y dependiente de sus fluctuaciones- requirió un creciente número de trabajadores (hacheros, cosecheros) indígenas, inmigrantes, criollos, que finalmente confluyeron desde diferentes lugares , aún de provincias vecinas y de Paraguay.

   En este escenario diverso se produjo una confluencia de lenguas, conocimientos, creencias, cosmovisiones, y también de saberes alimentarios y sabores. Ocurrió en un período de la historia argentina en el que urgía la consolidación de la nación en un escenario montado por el pensamiento liberal. La economía capitalista, la explotación de la naturaleza, el pensamiento positivista racista, la normalización de la educación en torno a la unificación de la lengua y la cultura, afectó a la mayor parte de la población local e inmigrante, anulando la diversidad, marginando las memorias, discriminando los saberes.

   Consideramos necesario contribuir a la valorización de tales memorias y saberes, muchos de los cuales se mixturaron en el encuentro con otros y en otros ambientes diferentes, a partir de este tema transversal y trascendente que es el alimentario.  Con este propósito es nuestra intención –desde la Subsecretaría de Interculturalidad y Plurilingüismo, dependiente del MECCyT- la investigación y publicación periódica de los rituales alimentarios de los diferentes grupos locales e inmigrantes que habitan el Chaco, como una puerta de entrada a otros ingredientes visibles e invisibles, a momentos y elementos significativos de la historia, de la cultura, como un camino más en el reencuentro con la memoria colectiva.

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